lunes, 16 de diciembre de 2013

Capítulo 2. ¿ Y como lo cuento?

Un hito importante de la enfermedad es como y sobre todo cuando comunicárselo a los demás, como yo decía cuando “salir de armario”, no lo puedes hacer muy pronto por que al principio los síntomas son muy someros.

Pero no comunicarlo te produce tensión al intentar disimular los síntomas o tratar de dar explicaciones peregrinas a las preguntas de algún incisivo observador, hay que tener en cuenta que a los que somos diagnosticados jóvenes nos espera como ocurrió en mi caso la invalidez laboral absoluta y hay que cotizar 15 años para poder ser pensionista, y no todo el mundo tiene las suerte que tuve yo de estar en una empresa que me apoyo.

El cómo en mi caso fue poco a poco a los familiares y amigos y en la empresa en la que trabajaba, de unos 500 empleados y de la que yo era uno de los directores, pensé que no podía ir un día con una pancarta, pero se me ocurrió algo parecido, un día con el apoyo del presidente de la misma publique en la intranet de la empresa la siguiente carta que les apareció a todos cuando fueron abriendo sus ordenadores, de esto hace ya nueve años, y desde entonces esa carta ha sido mi canto a la esperanza

Parkinson, mi compañero de viaje.

Hace muchos años, en 1995, se monto un polizón en el tren de mi vida, estuvo oculto pero se notaba su presencia, hasta que a principios de año 2000 como el revisor del tren un medico le descubrió y me dijo que este polizón solo se bajaría conmigo en la ultima estación.


Voy a compartir con vosotros las sensaciones y vivencias de mi viaje con este compañero no deseado con dos fines, comunicaros a todos los que me conocéis lo que me ocurre y animar con mi ejemplo al que lo necesite.

Cuando me dijeron que el polizón iba conmigo, yo ya le conocía porque fue compañero de viaje de mi abuela, pero lo que no sabía es que pudiese montar en el tren tan pronto antes de la mitad del viaje.

La postura que tome fue asumir su presencia pero con condiciones: “Parkinson, viene conmigo pero yo mando” y he tenido la voluntad de dejarle hablar lo menos posible para lo cual he sido un “optimista activo” intentando ver el lado bueno de las cosas y pensando que todos los problemas tienen solución, dando gracias por lo que tengo, procurando no lamentarme por lo que me falta.

Esta actitud, que requiere una fortaleza que solo Dios me la puede estar dando, me ha ayudado a controlar al polizón,

A algunos de vosotros ya os había hablado de esta compañía, otros habréis notado que algo me pasa, a partir de ahora ya sabéis quien es el culpable de mi lentitud y mi dificultad para hablar, pero os aseguro que tengo la voluntad de seguir mandando yo.




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